TRAP & MARKETING. PRIMEROS AUXILIOS.

Cuando os venga la agencia con la típica propuesta de: “vamos a contactar artistas trap para que promocionen nuestro producto” salid corriendo. Por qué no debéis escucharles? El trap para aquellos que no lo conocéis muy bien (habéis oído campanas pero no tenéis ni puta idea de qué va porque el artículo de la reconocida crítica musical Andrea Levy *risas* no te lo dejó muy claro) es malo para la salud.
Es la oveja negra de las llamadas músicas urbanas (todos los géneros que escuchan tus hijos y sobrinos, de artistas con acento latino que no has oído en la vida). El trap es el punk de nuestra época. Esto es: ni-nis (siendo generosos) sin formación académica alguna que se lanzan a hacer música sin tener ni idea de como hacer música pero haciendo música. Y cuando digo música quiero decir pavoneos distorsionados sobre bases rítmicas de outlet.
El trap es el pariente drogadicto con quien no queremos que se nos relacione. Vamos a intentar resumir sus características para que todos seamos conscientes de a qué estamos jugando. Este será un texto largo pero necesario. Sobretodo para todos los mayores de 40 años que se ponen la palabra «trap» en la boca sin tener ni idea de lo que están invocando. Tengo que decir que escribo este texto pasados los cuarenta y me ha costado tiempo (en visionados de Youtube, stories de Instagram…) y esfuerzo (el traductor de Google todavía no incorpora el diccionario del trap) entender la naturaleza del fenómeno del trap en España, que es más complejo que el trap original americano, porque aquí se mezcla con muchos otros ingredientes. Vamos allá: